En la ciudadela del Plan 3000 de Santa Cruz, María Eugenia Ramos Mamani, de 69 años, es el corazón de su hogar. Como vendedora de una pequeña tienda de barrio, cuida a sus dos hijos y tres nietos. Hace cuatro años, su vida cambió con un descenso de vejiga. Desde enero, sufre infecciones severas y necesita ir al baño cada cinco minutos. Esto le impide estar de pie, alzar peso o caminar mucho, incluso sentarse en superficies duras la fatiga, causando un descenso de dos a tres centímetros en su vejiga. María Eugenia buscó ayuda en el SUS y luego en un hospital de segundo nivel. Necesita una operación, pero el hospital no cubre la compra de quipos especiales. Aunque las quiso comprar, su costo es muy alto y el avanzado tercer grado de su condición la forzaron a abandonar el tratamiento. Su enfermedad le impide salir de casa, pasear o alzar a sus nietos. Su mayor sueño es volver a su vida de antes: caminar, correr y trabajar. Su familia está muy preocupada por su salud. Si lograra operarse, retomaría su trabajo y la libertad de movimiento que tanto añora.